domingo, 30 de marzo de 2014

El lendakari quiere construir una patria

Hubo un tiempo en que las patrias tenían sentido, y para su construcción e idealización intervenían las personas más nobles y de ideales más elevados que habían nacido en ellas. Eran capaces de hacer grandes sacrificios o de renunciar a lo más preciado para ellos por una causa justa.
Hoy en día las patrias son realidades que están en el mundo a la espera de que las circunstancias permitan cambiarlas, para levantar una realidad mejor. La ciencia ha dado paso a la aldea global y la pregunta que cabe hacerse hoy es si es justo que un español nos merezca más afecto que un senegalés o un alemán. Para facilitar la respuesta basta con suponer que el español sea Eguiguren, Junqueras o uno cualquiera de los que tienen su dinero en un paraíso fiscal.
Las patrias, en la actualidad, hacen que sea muy difícil luchar contra la crisis, contra la pobreza, y contra un sinfín de cosas más. Contra la crisis, porque cada una toma unas medidas diferentes; contra la pobreza, porque los habitantes de unas regiones tienen más derechos que los de otras (un etíope no tiene los mismos derechos que un canadiense).
En este contexto, los hay que pretenden construir patrias pequeñitas. Pero héroes como los de antaño no se ven por ninguna parte. Lo que se ve es mucha mezquindad y aun cosas peores. En el caso del gobierno vasco, se ve que trata de dar gusto a los etarras. Una buena parte del pueblo vasco miraba hacia otro lado, cuando Eta cometía sus fechorías. Esa parte del pueblo vasco está retratada en el libro Mal consentido. Quienes fueron cómplices pasivos de los etarras necesitan justificarse ante sí mismos y para ello han de justificar también a la sanguinaria banda. Ellos son los votantes de los partidos proetarras. Y a esos precisamente trata de ganarse el gobierno vasco, con su decisión de investigar las supuestas torturas de la policía.
Digo supuestas porque no se entiende que la policía torture y queden muchos más de 300 crímenes por resolver. El simple hecho de que un asesino reconozca ante una víctima su asesinato, como ha ocurrido hace poco, demuestra que la policía no se lo ha preguntado. Además, doscientos mil vascos tuvieron que abandonar su tierra, hecho este que no preocupa demasiado al lendakari. ¿Qué clase de patria se cree que está haciendo?

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