El
problema consiste en que Cardenal, todo
un
secretario
de Estado para el Deporte, presidente del Consejo Superior de
Deportes, precisamente
cuando este club de fútbol está siendo investigado por Hacienda y
como resultado de esa investigación ha tenido que dimitir el
presidente y
el club se ha apresurado a pagar lo que se le pedía y unos cuantos
millones más, por lo que pueda ocurrir.
Dice
este señor que en
este momento nadie piensa que alguien vinculado al Barcelona se haya
apropiado de cantidad alguna. Y
desde luego que yo no lo pienso. Esperaré a que sean los jueces o
los Inspectores de Hacienda quienes expliquen lo que hay. Lo
que sí que sé es que si un pobre olvida consignar en su declaración
de la Renta un ingreso de 100 euros, quizá porque ya ni se acuerda,
Hacienda le obliga a asumir las consecuencias. Y no entiendo que un
señor que forma parte de la Administración no
vea con buenos ojos que otro sector de esa misma Administración haga
su trabajo con respecto a un club de fútbol.
Es
de suponer que Cardenal sabe que la deuda actual de los clubes de
fútbol con Hacienda es cercana a los 600 millones de euros, y
eso después de haber hecho un pago que la rebajaba en un 21%. Ese
dinero del que Hacienda no dispone viene a ser como una puñalada a
los más desfavorecidos. Pero
la Administración española, de la que, repito, forma parte Cardenal
es muy permisiva con los clubes de fútbol. Pero
si su deuda con Hacienda es grande, todavía lo es mucho más la que
tienen con otras entidades privadas y
que podría estar cercana a los 4000 millones de euros. El
asunto es muy peligroso, porque esa deuda hay
que pagarla, de modo que el peligro para los contribuyentes es
grande.
Quienes
cobran de la Administración deberían estar a favor de los
contribuyentes y
no de los poderosos.
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