domingo, 18 de abril de 2021

Los discursos de Sánchez

 

Si se escanease el cerebro de Begoña mientras su marido lee un discurso seguramente aparecerían los grandes esfuerzos que debe de hacer para aguantarse la risa. Y es que a él ya no le puede creer nadie, ni siquiera quienes le votan, porque una cosa es que lo hagan a causa del voto cautivo o del sectarismo y otra que a estas alturas se traguen sus trolas.

Resulta fácil deducir que cientos de miles de votantes socialistas respirarían tranquilos si el PSOE lo sustituyese por otro. El propio Sánchez lo sabe y por eso se encargó de liquidar todos los órganos de control de su partido, de modo que la única opción que queda en su seno es obedecer. El tipo presume de demócrata, de tesis doctoral y hasta de manual de resiliencia. De la suya, no de la de quienes han de soportarlo.

Siendo esta la cuestión, sólo se entiende la cháchara hueca y rimbombante que le preparan quienes le escriben los discursos como una tomadura de pelo hacia él y hacia sus votantes. Sabiendo que nadie se cree nada de lo que diga, podrían preparar otra clase de discurso más respetable, más digna, con más consideración hacia sus votantes y oyentes en general, pero es como si quisieran hacerle decir: aquí quién manda soy yo y no os queda más remedio que tragaros lo que os diga, aunque todos sepamos, y yo el primero, que no hay ni un átomo de verdad en lo que digo.

Lo que pasa es que Ayuso es más lista que todos y coge las ocasiones al vuelo. Ha puesto el tablero político patas arriba, se ha dado cuenta de Sánchez está nervioso y de que Gabilondo la va a votar a ella, y ahora sólo falta que los madrileños interioricen que como ganen los socialistas se les va a acabar la libertad. Sánchez no tiene nada de demócrata, y los comunistas menos.


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