viernes, 30 de abril de 2021

Adiós Sánchez, adiós Iglesias. Hasta nunca

 

Una greguería de Ramón Gómez de la Serna dice: Estamos asomados al abismo de la vejez y vienen los niños por detrás y nos empujan. Se puede utilizar perfectamente para idear esta otra: Está Pedro Sánchez asomado al precipicio de su estupidez y viene por detrás Felipe González y lo empuja.

Y es que ha arremetido contra él de una forma que preludia que la partida se ha acabado. Pero mucho antes que González lo habían hecho Leguina, Redondo Terreros, Guerra y muchos otros distinguidos socialistas.

Tampoco hay que engañarse. No lo ha hecho para salvar a España de la catástrofe que viene, sino al PSOE, partido del que es artífice, puesto que refundó haciéndolo a su imagen y semejanza. De ahí que hayan surgido de sus entrañas Zapatero y Sánchez, esos bichos.

Ha visto a su partido en peligro, porque Sánchez es como el caballo de Atila: por dónde pasa no crece la hierba, lo cual no le importa nada si a cambio de eso tiene a quienes le sostengan los espejos para que se miren. Del mismo modo que Peces-Barba defendió con ahínco, en las páginas de El País, la Constitución, que consideraba obra suya, y lo cierto es que debió de tener más influencia que nadie en ella, porque se dio cuenta de que se había dejado unos huecos por los que se cuelan los sinvergüenzas que quieren acabar con ella, ahora Felipe González quiere salvar al PSOE. De paso, ha dejado con el culo al aire a los mamones que firmaron el ridículo escrito que habla de los 26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana. Esos se presentan como intelectuales, pero como tales deberían saber que los mamones no tienen dignidad.

Sánchez lo tiene muy mal. Ha salido el sol en Madrid, en forma de Ayuso. Tiene que hacer unos recortes dramáticos y muchas dificultades con sus socios por distintos motivos.

Dijo Felipe González: el que me echa un pulso lo pierde.


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