lunes, 5 de septiembre de 2022

Bochornoso presidente de Argentina

 

En esta época que nos ha tocado vivir se aceptan actitudes que no hace mucho habrían sido consideradas como repugnantes. Esto se debe, sin duda, a la labor de la extrema izquierda que sin prisa, pero sin pausa, va colando sus propuestas y proclamas, cada vez más nauseabundas y que se les aceptan porque en caso contrario toman las calles.

Este estado de cosas permite que el presidente de Argentina después del simulacro de atentado, que no se cree nadie pero hay que darlo por bueno para no recibir una sarta de improperios e insultos, declaró festivo el día siguiente, con la finalidad innegable de utilizar políticamente la farsa. Pero es que no acabó ahí la cosa, sino que se permitió el lujo de decir que espera que el fiscal Luciani no se suicide, como afirma que hizo el también fiscal Nisman, que también investigaba a Cristina Kirchner. Pero la policía investiga un asesinato, que es lo que todos creen en Argentina, y en todo el mundo libre de la peste comunista, lo que sucedió.

En un mundo normal en el que las aberraciones no tengan cabida, este presidente argentino habría tenido que dimitir de inmediato. No se puede ser tan grosero, tan tramposo ni tan matón.

Hay una parte significativa del pueblo argentino que pugna por sacar al país de las garras del peronismo y para ello se sirve se sirve de los recursos que proporciona la democracia, o sea, la argumentación limpia, la palabra clara y el discurso coherente. Un demócrata siempre sabe que la justicia es la base de todo, y los que tratan de amedrentar a los fiscales y los jueces, y condicionar su trabajo no son demócratas.

Los jueces y fiscales que investigan los asesinatos y los robos deben poder deben poder llevar a cabo su labor sin cortapisas de ningún tipo. Impedírselo es como reconocer la culpabilidad.

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