Conviene decir que es peligroso no estar de acuerdo con el relato oficial. Hermann Tertsch lo ha puesto en duda y la extrema izquierda ¡española! le ha echado encima toda la gama de insultos de que dispone. Eso mismo viene a señalar quienes lo han insultado tampoco están muy seguros, porque si lo estuvieran simplemente habrían esperado a que aflorase la verdad.
El caso es que Cristina Kirchner está acusada de haber robado mil millones de dólares, o más, a los argentinos y se le piden doce años de cárcel. Muchos argentinos temen por la vida del fiscal que la acusa.
Resulta difícil de creer que los servicios de seguridad de la vicepresidenta argentina, que seguramente no tienen nada que envidiar a los de Putin o Biden, hayan permitido que un pistolero pueda llegar hasta las proximidades de su protegida. Que luego el tiro no salga, que ella no se inmute y siga firmando autógrafos sonriente aclara muchas cosas. Porque de haber disparado a esos guardaespaldas se les habría aplicado la ley.
Para terminar de disipar todas las dudas, el presidente de Argentina festivo el día siguiente, para que las multitudes corran a aclamar a Cristina Kirchner.
¿Hay un plan para burlar a la ley? Pues parece ser que sí, pero para que funcione es necesario que los argentinos, o una buena parte de ellos, vivan engañados, sin saber lo que se juegan, sin comprender que esta señora y sus cómplices se procuran el lujo para sí y recetan miseria para los demás.
Antes del peronismo Argentina tenía un porvenir brillante, y tras la irrupción de este ha pasado a ser un país del tercer mundo. Llevan muchos decenios yendo de mal en peor y no abren los ojos, lo cual resulta muy triste.
También en España sufrimos gobernantes como esos. Hoy, en Sevilla, han disfrutado de un baño de realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario