domingo, 25 de septiembre de 2022

Hablemos de la pederastia

 

Es fácil imaginar lo complicado que les resulta contener las náuseas a los policías que combaten este crimen horrendo. Pero lo han de hacer para salvar a todos los niños y para ser eficientes tienen que aprender a controlar las incomodidades que perciben en sus estómagos. Y también podemos suponer cual será el tamaño de las gotas de sudor que recorren sus frentes cada vez que detectan a un pez gordo por los andurriales que vigilan.

Porque esa es la cuestión, hay muchos peces gordos enviciados vilmente y eso es lo que dificulta enormemente la labor de la policía. Lo digo por deducción, sirviéndome de la costumbre de seguir las noticias a diario.

Es muy fácil convencer a un niño, ¿él que sabe?, y además tampoco tiene fuerza para negarse. Un niño en manos de un pervertido, que tiene experiencia y conoce todas las tretas y mañas y sabe calibrar perfectamente hasta dónde llega la resistencia infantil, está indefenso.

Pero pasemos al asunto del día, que consiste en que alguien ha dicho lo que ha dicho, pero luego los panfletos de la izquierda -porque en la izquierda ya no hay más que panfletos- nos quieren convencer de que lo que ha dicho no es lo que ha dicho, sino que lo hemos entendido mal porque tenemos la mente enfermiza porque si no fuera así al escuchar lo que ha dicho habríamos oído lo que ha dicho pero no habríamos pensado en lo que ha dicho, porque el quid de la cuestión está en el cabreo con que lo ha dicho, en el gesto iracundo y la mirada fiera, y nos tendríamos que haber centrado en eso y nos habríamos dado cuenta de que a ella los niños le dan igual, su intención es muy otra, ella, que es tan lista, quiere explicarnos el mundo, la vida, y por eso ha dicho lo que ha dicho de los niños y nosotros somos unos fachas.

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