Lo que no significa que haya que darlo por hecho, porque este es de los cada día dicen una cosa, según les convenga y se da el caso de que su propuesta no ha sentado nada bien a Sánchez, que se la tiene jurada, dado que fue de los que apostaron por Susana Díaz.
El caso es que el anuncio que ha hecho contiene particularidad que ha intentado disimular señalando con el dedo hacia otro sitio, pero a estas alturas ya no puede engañar a nadie que no quiera ser engañado.
Sabido es que si Sánchez no lo ha destituido aún es a causa del catalanismo. Chimo Puig es un catalanista confeso desde siempre, aunque intenta disimularlo, vistiéndolo de valencianismo o con cualquier otro subterfugio. Si fuera por él diría que el Tribunal de las Aguas se lo debemos a los catalanes. Consecuentemente los secesionistas catalanes lo apoyan y puesto que Sánchez depende de ellos lo tiene que soportar.
De ahí que la rebaja de impuestos anunciada está pensada para no atraer capital catalán, con lo cual perjudica gravemente a los valencianos, especialmente a los parados, de los que encima se burla diciendo que lo hace por su bien.
Cataluña es una región con una carga fiscal excesiva, puesto que los sinvergüenzas que la gobiernan necesitan mucho para sus lujos y disparates. Es lógico que los empresarios catalanes estén hartos de trabajar para mantener golfos. Es la ocasión de atraerlos a Valencia para creen puestos de trabajo.
En la memoria la decisión de Alberto Fabra de cerrar la televisión valenciana para, según sus propias palabras, destinar ese dinero a la Sanidad. Llegó Chimo Puig, el autoproclamado defensor de los pobres, y detrajo ese dinero de la Sanidad para volver a abrir la televisión con la única finalidad de que los valencianos nos familiaricemos con el engendro de Pompeyo Fabra. Puede decirse que es dinero echado a la acequia.
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