Aunque no vuelva a los juzgados por eso, entiendo que el juez García Castellón esté irritado. Él tiene que actuar con cuidadoso respeto de la ley y sus procedimientos y los podemitas cada vez que declaran dicen una cosa distinta, se inventan lo que quieren y callan lo que les parece.
Veamos el asunto un poco por encima. Empieza con la denuncia del robo del móvil en noviembre de 2015. Puede que no sea cierto que se lo robaron. En febrero de 2016, hablo de memoria, una persona lleva la tarjeta SIM del móvil supuestamente robado a Interviú. Pudo ser la misma Dina o alguien de su entorno. Los directivos de la revista vuelcan el contenido en un pendrive y se la entregan a Antonio Asensio, que examina la tarjeta, ve algunas fotos en las que aparece Pablo Iglesias, lo llama, le presta un ordenador para que vea lo que hay y le entrega la tarjeta; ve varios pantallazos hechos por ella, que ha enviado a amigos de Podemos; se lleva la tarjeta y no le dice nada ella, luego explicará que es para protegerla. Villarejo, que entonces era un policía que estaba informado de todo, también se entera de esto y les pide el pendrive a los directivos de Interviú, que se lo dan. Okdiario publica las conversaciones contenidas en los pantallazos y Pablo Iglesias se inventa una historia con fines electorales. No recuerdo en qué momento le monta un chiringuito a Dina, porque al devolverle la tarjeta ella no puede acceder al contenido porque está dañada. La denunciante acepta de buena gana que el otro la protegiera cuidando la tarjeta a sus espaldas, ya no sabe cuándo se dañó, si antes o después de que se la diera. Aparecen en escena más personajes que estaban o habían estado en Podemos, dando más datos. Nada de eso sirve para llegar a una conclusión porque hay perdones o se retractan, etcétera.
El juez ha estado trabajando durante un tiempo largo para nada. O sea, para que Iglesias utilizara el caso con fines electorales y quizá Dina no tuviera el chiringuito si no hubiera denunciado el robo. Quizá.
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