viernes, 23 de septiembre de 2022

Olona, en modo autodestructivo

 

No voy a negar que Macarena Olona era una de las políticas mejor preparadas del Parlamento, pero eso tampoco tiene mucho mérito. Sí lo tendría que entre los abogados del Estado estuviera entre los mejores, lo cual es posible que ocurra, pero yo no lo sé.

El hecho de que esté preparada no significa que no cometa errores. Ahora que está fuera de la política se queja de que no hay democracia interna en el que fue su partido. No la hay en ningún partido. La podría haber si a la política sólo acudieran gentes de honor. La hubo en la UCD y la mayoría de sus componentes traicionaron a Adolfo Suárez, algunos de los cuales se lo debían todo. La hubo en la Alianza Popular, cuando Hernández Mancha, y el partido se convirtió en una jaula de grillos, por lo que Fraga tuvo que dar un puñetazo en la mesa.

En el PSOE, desde el primer día, el que se mueve no sale en la foto. En la actualidad, el servilismo hacia el líder es total. Riverita dirigía Ciudadanos con puño de hierro. Él, que había sido elegido a dedo y que jamás las había celebrado, le exigía primarias a Rajoy.

Yo pensaba que Macarena había llegado a la política por su afán de servicio, pero luego leí unas declaraciones suyas en las que se ufanaba de que la habían fichado. O sea, que estaba en la política en plan estrella. Se entiende así que acaparara tanto protagonismo y que no se diera cuenta de que con ello podía molestar a otros compañeros de partido.

Fue un error mandarla a Andalucía. Había otras soluciones más razonables, como la de charlar con ella y explicarle la cuestión. Ella aceptó ir a Andalucía, hizo una campaña desastrosa, sobreactuando, y le salió mal.

Fuera del partido, añora el protagonismo que tuvo, se da cuenta de que eso ya es pasado y quiere morir matando. ¿Por qué morir? Debería saber volver a lo de antes.

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