sábado, 14 de enero de 2023

El latido del corazón

 

En el libro ‘Aceptar el destino’ -el autor soy yo- pone que todas las leyes morales, éticas y legales, desde los primeros tiempos de la humanidad, proceden del instinto de conservación como especie.

Esto es tan lógico y evidente que se les ha pasado a quienes han leído el libro por pensar que es sabido universalmente. No es así, puesto que en todo el mundo se dictan leyes que van en contra del citado instinto, lo que significa que si siguieran en vigor el tiempo suficiente la humanidad perecería.

Una de las ideas que da lugar a leyes nefastas es la de considerar que el aborto es un derecho. También en el citado libro hay un capítulo sobre esta cuestión y éste sí que no ha pasado desapercibido, sino que ha levantado ampollas. Pero una cosa es que enfade y otra que se pueda refutar. El artículo está allí, pero también en la red otros muchos de intelectuales solventes y no proclives a la obediencia ciega o el capricho.

Ocurre que fracasado el marxismo y asumidas por la derecha, por su evidente utilidad y justicia ambas -cosas buenas para la supervivencia como especie- aquellas cuestiones que a la izquierda le gustaría considerar suyas, como lo son el Estado del Bienestar y el feminismo -fue significativo que Carmen Calvo intentara, grotescamente, apartar a la derecha de este punto dada su flatulencia intelectual, puesto que la idea del feminismo es radicalmente justa y si se aparta de la justicia deja de ser feminismo; que los integrantes del gobierno actual, especialmente los podemitas no comprendan esto es normal- se agarra a cualquier poste de la luz o de lo que sea como ideología, o sea al cambio climático, al feminismo desnaturalizado previamente, a la ecología, etcétera, todo ello exagerado hasta límites totalmente ilógicos y establecidos como dogmas de fe sobre los que no cabe discusión.

Es lógico pensar que todo esto que se intenta imponer por la fuerza bruta, asustando con grandes movilizaciones cuando no se tiene el poder o imponiéndolas por decreto cuando sí no tienen más remedio que desaparecer por la simple dinámica histórica.

Esos libros míos


 


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