Estamos viviendo momentos dramáticos y peligrosos en el ámbito político, o sea, en todos o casi todos los ámbitos. Y la posibilidad de que la situación empeore no es desdeñable. Sin embargo, no hay que rendirse antes de hora y mientras la derrota no haya llegado conviene buscar la victoria con ilusión.
Hay motivos no sólo voluntariosos, sino basados en datos reales que proporcionan buenas dosis de esperanza. Uno de ellos es que según profesionales que hacen sondeos de forma seria un buen número de votantes socialistas se ha dado cuenta de que el actual gobierno es fraudulento y se dispone a cambiar el sentido de su voto. La pena es que no sean el doble, porque en este caso no habría más remedio que convocar elecciones inmediatamente, por falta de apoyo popular.
Este dato lo corroboran el nerviosismo y las prisas del sector oficial, porque hace tiempo que saben que la tendencia es esa y de mes en mes no hace más que confirmarse.
Es posible que a partir de mayo, si se llega, todo vaya más deprisa.
No obstante, los problemas a resolver, dada la absoluta incompetencia del actual gobierno, son tantos, que difícilmente se van a poder resolver. Lo ideal sería hacer un gobierno de coalición entre los dos grandes partidos, pero es que no hay nadie en el PSOE actual que merezca la pena. En realidad, en toda la clase política son muy pocos los dignos de sus cargos. Tampoco la sociedad española está a su mejor nivel, en este aspecto otros tiempos han sido mejores.
De modo que esa ilusión hay que manejarla con prudencia. Primero, porque puede que no se cumpla y segundo, porque si lo hace la sociedad entera tendrá que esforzarse y si lo hace es cuando podrá exigir a los políticos que se esmeren en su trabajo porque a las generaciones venideras les caerá una carga terrible sobre sus espaldas y hay que procurar disminuirla en la medida de lo posible.
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