jueves, 19 de enero de 2023

When the clumsy go marching in

 

Espero que Louis Armstrong, en donde esté, me perdone por servirme del título manipulado de una de sus canciones.

Pero es que la política española se ha ido deteriorando de tal manera que ya sólo los zotes, salvo raras excepciones, se decantan por participar en ella.

Algunos de los que destacan en esta cuestión, en la de ser zote o tarugo, van a desfilar hoy por este espacio.

El primero de ellos intentaba ofender en el Parlamento a una de las pocas personas brillantes que anidan en él, llamándola marquesa una y otra vez. No es la palabra lo que puede molestar, sino la intención con la que se dice, y ésta era claramente peyorativa. Tuvo la respuesta adecuada. No la voy a repetir, porque para qué. El caso se ha sustanciado en los tribunales de justicia y ha ganado la marquesa.

No me referiré a la distinta capacidad dialéctica de ambos contendientes, ni al deseo de ser útil a los españoles de ella y de ofender y hacer el mal de él. Es tan corto que quiere que quiten la licencia a Telecinco por haber entrevistado a un político de Vox, pero no se quejó cuando Tve española entrevistó a Otegui, y le parece bien que lo entrevisten a él mismo, que no tiene nada sensato que decir.

Otra que viene demostrando día sí y día también que en el lugar en que debía tener el cerebro no hay nada, y si lo hay no cumple la misma función es la llamada Belarra, que no entiende que una de su bando, Manuela Carmena, critique algo hecho por Irene Montero, que está mal hecho, como todo lo que hace.

Y Belarra, en su cortedad, piensa que quienes lo critican es porque son de derechas, no porque esté mal. Su reacción ante esta opinión adversa se reduce a colgarle el sambenito de facha, quizá de forma temporal, esperando que rectifique.

No me he referido hasta ahora, al presidente del gobierno, que en sí mismo es un regimiento de zotes. Los españoles tenemos mucha suerte de seguir vivos estando ese al mando.

Esos libros míos


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