Todo el mundo debería haberse dado cuenta ya que mira y no ve, como los demás narcisistas. Le pueden haber contado que es una manifestación en favor suyo, como las que le hacían a Franco, al que tanto envidia, cuando iba a Barcelona. Y se lo creería si fuera así, porque Tezanos se las dice de ese calibre, y los demás ministros y ministras.
La cuestión es que alguien afín al PSOE, pero contrario a su persona, o sea que es un socialista que no depende del partido para mantener su estatus, cifró hace bastantes meses en once millones el número de españoles que quieren verlo fuera del gobierno. Dando por buena esa cifra, hay que tener en cuenta que es antigua y que en la actualidad puede haber crecido mucho.
Un pequeño porcentaje de esos descontentos es el que se manifestó ayer en Madrid y fueron muchos millones los españoles que siguieron con ilusión las noticias del evento.
Todo el mundo sabe también que el presidente no se va a despegar de su asiento ni aunque le peguen fuego. Aunque se estuviera quemando el culo, él seguiría pegado al asiento en llamas.
No se le puede convencer por las buenas y a las malas tratará de hacer todo lo que pueda para seguir en el cargo de forma indefinida en el cargo, sólo que en su caso la situación de España cada día es peor.
Intentan hacer creer lo contrario, mediante trampas en las cifras del paro, de la economía, de la inflación, pero nadie se puede creer ya nada de este gobierno, sino que se permite ofender gravemente a quienes sí saben crear empleo, sí que tienen conocimientos de cómo funciona el mercado.
Feijóo debería dar algún paso más para desactivarlo. Podría hacer venir al Rey Juan Carlos, y explicarle a Sánchez que no tiene ninguna autoridad moral para mantenerlo fuera de España y lejos de la Zarzuela. Tiene derecho, además, que pase en casa el tiempo que le quede de vida.
Dejar al otro como responsable ante la opinión pública del tiempo que ha tenido que pasar fuera injustamente sería una buena jugada.
Esos libros míos
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