El diputado Pablo Cambronero, cuya labor merece reconocimiento, puesto que no se limita a hacer lo que le mandan, como otros, sino que la labor que lleva a cabo beneficia a los ciudadanos, preguntó al gobierno que por qué Sanidad no financia 51 medicamentos útiles para tratar patologías graves. Y se le respondió que porque son caros.
Esto es ‘el gobierno de la gente’, que ‘no va a dejar a nadie atrás’ y que aboga por la ‘Sanidad pública y de calidad’.
Hay que ver el caso. Un ciudadano que, como todos, paga los impuestos que ordena el gobierno y que padece una enfermedad o la adquiere ve que su caso no es prioritario y que se le deja morir o malvivir, ya que el dinero público se destina a otras partidas. Eso es inmoral, aunque haya ciudadanos que seducidos por la propaganda o el sectarismo, masoquistas al cabo, lo voten.
Las prioridades de un gobierno democrático, porque en una dictadura son otras, consisten en atender las necesidades de los ciudadanos. Y una de las dos o tres más importantes es la salud, que está por encima del gasto en las televisiones regionales, que, además, se usan para adoctrinar -lo cual es muy grave- y no para informar, por encima de los viajes en Falcon, y hasta por encima de los gobiernos autonómicos.
Si no hay dinero para todo, no queda más remedio que reducir gastos, y si hay que suprimir -que habrá que hacerlo y se hará- esto, aquello o lo otro, se suprime, siempre procurando salvar lo fundamental. Y los votantes han de comportarse como adultos y darse cuenta de qué es lo que les conviene.
Si hay fusionar ayuntamientos, se fusionan, si hay que suprimir las diputaciones y todos los chiringuitos prescindibles, se suprimen y si hay que suprimir las Autonomías, se suprimen. Y si no hay dinero para coches de alta gama para el presidente, que se conforme con un utilitario.
Lo que no se debe es dejar sin tratamiento, habiéndolo en el mercado, a quien lo necesita.
Esos libros míos
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