La anterior moción pudo ser un éxito, pero Casado es incapaz de controlar sus pasiones. No pudo dominar su odio a Vox, ni luego a Ayuso. En esa ocasión se pudo haber buscado un candidato socialista, como Leguina, Vázquez o Redondo Terreros. La cuestión era desalojar a Sánchez y había posibilidades.
En esta ocasión, visto lo sucedido en la anterior, Vox ha afinado mucho la puntería. Ya no se trata de ganar la moción, sino de desnudar al Parlamento. Entre las personas que presumiblemente van a intervenir en el debate no hay ninguna que tenga la inteligencia y los conocimientos de Tamames. La izquierda, por mucho que luego gane la votación, va a salir muy dañada, porque argumentalmente no tiene ninguna posibilidad, por la situación real del país y por los conocimientos del candidato en Economía, Historia y bastantes cosas más.
Los vascos y los catalanes harán el ridículo, de eso no cabe ninguna duda.
Para Feijóo, el problema consistirá en salir vivo del debate. Tampoco tendría ninguna posibilidad si buscara el cara a cara con Tamames.
Puede presumirse ya un resultado. Si Sánchez cree que le queda alguna posibilidad electoral en futuro, tras la moción se le habrá esfumado. Para eso sí que servirá haberla planteado. Los votantes que la sigan por algún medio podrán darse cuenta del adanismo de los representantes del gobierno y del de sus socios y sus aliados.
Es evidente que Vox verá aumentar el número de sus simpatizantes, por lo que no será muy fácil torearlo tras las elecciones. Se convertirá en una fuerza a la que no habrá más remedio que tener en cuenta.
El intento de marginar a este partido y reducirlo a la irrelevancia ha dado lugar a esta estrategia que también puede poner contra las cuerdas a Feijóo. Creo que con Ayuso en la presidencia del PP todo habría sido diferente.
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