Digamos que lo del Tito Berni, que puede hacer caer al gobierno, es mucho menos importante que otras barbaridades perpetradas por Sánchez, porque al final es el responsable.
Me referiré a la catastrófica gestión de la pandemia, que tan cara nos ha costado en vidas y en dinero, y en la que el PP tampoco estuvo fino en el control y denuncia de los desafueros.
Lo diré todo de memoria, por lo que puede haber algún leve error sin trascendencia alguna. Veamos:
China avisó tarde y mal. Cuando lo hizo, el virus ya había traspasado sus fronteras. El primero en reaccionar en España fue Cavadas, que lo hizo como observador atento de la actualidad: «Si en China han recluido a 60 millones de personas y construido un megahospital en dos semanas es que está pasando algo gordo». Se le desautorizó desde medios institucionales: «La especialidad de Cavadas es otra».
Antes de eso o durante ese tiempo, se producían muertes en España que causaban extrañeza a los médicos, porque los fallecidos no habían respondido al tratamiento. En noviembre de 2019 hubo un congreso en Barcelona en el que estuvo gente procedente de China.
En enero, las autoridades italianas prohibieron distancias menores a metro y medio entre las personas que iban por la calle. Ya habían muerto varias personas en ese país a causa del virus chino.
A España llegaban alertas por las redes y mensajería electrónica, pero medios gubernamentales insistían en que no había peligro.
Seguramente, si desde el primer momento se hubiera ordenado el distanciamiento social, copiando la medida del gobierno italiano, el impacto habría sido asumible por la red hospitalaria española, con lo cual el coste en vidas y en dinero habría sido mucho menor.
Pero había que celebrar el 8-M, pasara lo que pasara, y se da el caso de que este gobierno todo lo cifra en la propaganda. No le importa hacerlo todo mal, porque luego salen los tezanos, los medios subvencionados y los bots a decir que lo hace todo bien.
Esperemos que haya socialistas que comprendan que esto no puede seguir y voten a favor de la moción de censura.
Esos libros míos
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