Según sentencia del ‘Caso IVAM’, la escultura sita en antiguo cauce del Turia, a la altura del Museo San Pío V, cuyo autor es Gerardo Rueda y que fue una donación, tiene un valor de dos millones de euros.
Es patrimonio de la ciudad y el hecho de que el IVAM y el ayuntamiento la tengan en el más absoluto descuido, es ofensivo para el escultor y sus familiares, y deja en mal lugar a los valencianos, que deberían agradecer este regalo y también otros que se hicieron en nombre del escultor, fallecido el 25 de mayo de 1996.
El ayuntamiento representa a todos los valencianos, sea cual sea la ideología de estos o el sentido de su voto, por tanto debería comportarse con dignidad y no dejarlos en mal lugar.
Durante el largo periodo que duró el ‘Caso IVAM’, de urdimbre artificiosa y tan malintencionada que los letrados defensores pudieron ridiculizar a la fiscal y a los testigos de la acusación, y uno ellos lamentó que la ley no permita las querellas con los jueces y fiscales, la dirección del IVAM tuvo una actitud tan bochornosa que a la vista de la sentencia debería haber dimitido.
No sólo no lo hizo, sino que tampoco cuida el patrimonio de los valencianos que tiene a su cargo.
No fue la única cuya actuación dejó mucho que desear. Tampoco el ayuntamiento estuvo, ni está a la altura. El emplazamiento del monumento está en un lugar cuyo cuidado corresponde al ayuntamiento, y puesto que el IVAM, al que se le dio por pensar que sería quien más cuidado tendría en su conservación, pero se puede intuir que a quienes se deseaba favorecer es a los valencianos, el descuido del ayuntamiento causa dolor a las personas sensibles y conscientes.
La prensa valenciana, sobre cuyo comportamiento a lo largo de todo el tiempo que duró el caso habría que correr un tupido velo, tampoco ha denunciado el caso ni urgido a las instituciones a actuar como deben. Seguramente, por miedo.
Esos libros míos
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