viernes, 24 de febrero de 2023

Barçagate

 

Hay un consenso bastante generalizado en que lo del F.C. Barcelona es muy grave y merece una sanción ejemplar, eso en el plano deportivo, al margen de lo que la justicia dictaminara si tomase cartas en el asunto.

Y también es muy común la idea de que no va a pasar nada, de que todo va a seguir como si lo que se va sabiendo no fuera más que un sueño.

Tampoco se le escapa a nadie que fuera el Elche Club de Fútbol el que hubiera actuado así, lo cual es imposible, como diré a continuación, no habría escapado al castigo, hasta el punto de que seguramente habría desaparecido.

¿Por qué es imposible que el club ilicitano hubiera actuado así? Pues porque estas cosas se saben y, según de quien vengan, se callan. En este caso no habría callado nadie.

El fútbol, que ya es una religión más de entre las muchas que abusan de la estupidez humana -hay religiones que son absolutamente incompatibles con la democracia y sin embargo se les conceden privilegios y se les permiten abusos- es un campo abonado para la corrupción.

El catalanismo, además, en el que está inmerso F.C. Barcelona, está acostumbrado a la impunidad, a las trampas, a las mentiras y no sólo a no respetar la ley, sino a burlarse de ella. ¿Cómo esperar, entonces, que este club no recurriera al juego sucio? Estaba cantado que hacía trampa y lo que es sorprendente es que se haya descubierto. Lo normal tratándose de algo propio del catalanismo es que sea un secreto a voces que nadie se atreva a desvelar.

Y en el momento en que a alguien se le ocurra mover un dedo con el fin de castigar esos delitos, los catalanistas son capaces de romperlo todo y luego denunciar a las fuerzas del orden a las que se les haya encargado que lo impidan, que tampoco se atreverían a esperar que Marlasca saliera en su defensa.

Esos libros míos 

 

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