Fue el pasado día 2, va firmada por Tsevan Rabtan, y su título es: «’Sólo sí es sí’: Una indigestión de mentiras».
La única respuesta posible a este artículo es la dimisión de todo el gobierno. No cabe otra. Es que incluso antes de que fuera escrito y publicado, a la vista del fracaso de la ley, previsible desde que se comenzó a pensar en ella, deberían haber dimitido todos ya.
Por mucho menos que todos esos ministros y ministras que componen el gobierno, se tuvo que ir Máximo Huerta. Pero ese fue el último acto de honradez, y quizá el único, de este gobierno. Bueno, no del gobierno, sino de alguien que estuvo en él.
Es tanto el daño causado, que el PSOE ha recibido una nueva herida de muerte, habiendo sido este partido quien ha disparado contra sí mismo. No es la primera vez desde que está presidido por Sánchez. Indudablemente, y según los hechos, quienes quedan en él creen en la impunidad, prueba evidente de que son perversos. Las buenas personas jamás pueden pensar así, sino que son responsables de sus actos y se duelen si han hecho algún mal y procuran repararlo.
Estos confían en que los votantes tengan memoria de pez. En el caso de que fuera así, el mal hecho no se borra, queda de forma perenne en los perjudicados y tampoco los testigos lo pueden olvidar.
Lo que prueba esta Tribuna es que no sólo hubo ineptitud por parte de Podemos principalmente, lo cual no es ninguna novedad, y por parte del PSOE, sin duda inducida por Sánchez, porque sin él y su necesidad de contentar a su socio, no habría pasado ni del intento, es que además contiene mucha mala intención, desde el principio de su concepción hasta el final, una vez ya en vigor y vistas sus consecuencias.
El PSOE pretende que el dislate le salga gratis; Podemos, como siempre, se revuelca en el cieno.
Esos libros míos
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