La situación que se va a encontrar Feijóo en el caso de que gane las elecciones, lo que no está tan claro como lo estaría fuera Ayuso si fuera la candidata del PP, son mucho peores que las que le dejó Zapatero a Rajoy.
Una actitud cobarde sólo empeoraría las cosas. Será necesario actuar con intrepidez, valor y decisión. Pero nada anticipa que Feijóo vaya a comportarse como demandan las circunstancias. Ni tampoco el partido. Cuando la puñalada a traición y por la espalda de Casado a Ayuso, muchos diputados del PP se situaron públicamente a favor del entonces líder. Es evidente que no están en la política más que para conseguir una paga y un cierto poder. Si tuvieran vergüenza habrían dimitido todos, pero ahí están los traidores.
No son sólo ellos, también Feijóo, del que se espera que venga con aires purificadores, premia la traición. En el chat del Comité de Dirección del PP, en el que aparece en primer lugar la villanía de Casado, Cuca Gamarra, Javier Maroto, Belén Hoyo y Elvira Rodríguez le aplauden. Todos deberían haber sido destituidos.
Si Feijóo no es capaz de regenerar el PP, por no tener las ideas claras, o por falta de valor, menos será capaz de hacerlo con España, dado que en este caso se va a encontrar con la resistencia de grupos que sólo entienden del juego sucio.
Ayuso sufrió un ataque injustificable por parte del líder de su partido, con datos obtenidos de forma seguramente ilegal y que tampoco eran ciertos.
Seguramente, Casado esperaba que ella se rindiera, como es seguro que hacen siempre todos esos que se posicionaron a su favor, pero ella es valiente, no se arredró, plantó cara con gallardía y ganó. Si el PP no fuera un partido machista, la presidencia habría sido para ella.
Si Feijóo tiene algunas posibilidades de ganar las elecciones es precisamente por Ayuso; sin embargo, mientras que a los obsecuentes no se les dice nada, para ella todo son pellizcos de monja. El fuego amigo.
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