La costumbre de la dimisión en el ámbito político no está arraigada en España, pero algunos casos hay, todos con muchos menos motivos que los que tiene la ministra de Transportes para hacerlo.
Lo que se ha hecho en su caso es cargar la culpa a otros, como si no fuera ella la responsable última.
Es cierto que tampoco ha dimitido nadie del ala comunista o podemita del gobierno, a pesar de que no dan pie con bola, sino que van de disparate en disparate, siempre en perjuicio de la sociedad, pero esperar que estos, o estas, tengan vergüenza o conocimiento es exagerado. El hecho de que estén el gobierno es un indicio pésimo de la salud mental de los votantes.
Con mayor motivo, debería dimitir el gobierno en pleno, con el presidente a la cabeza, por el gran número de despropósitos perpetrado, el último o tal vez ya penúltimo de los cuales es la maldita ley del ‘sí es sí’. Pero qué van a dimitir. Intentarán arreglar una chapuza con otra chapuza y seguramente es un milagro que no le hayan encargado a Pachi López que la redacte. De cualquier modo, nadie de este gobierno, la mitad del cual ha ido a Marruecos a recibir una patada en el culo y el hecho de que no hayan vuelto todos con chilabas es extraordinario.
Lo que está sorprendiendo en gran manera al personal es que todavía no le hayan echado la culpa a Ayuso de la suelta de violadores y pederastas. Quizá sea a causa de que en Marruecos les hayan dado algo -este Mohamed es de cuidado, bien lo saben los saharauis- y todavía no se han despertado del todo.
Al final tendrán razón esos que decían que España es el país más fuerte del mundo. Si este gobierno estuviera en Estados Unidos, allí ya no quedaría piedra en pared. Ya no existiría. Lo mismo en Alemania, Rusia o el Reino Unido.
Y nosotros estamos todavía pensando que esto tiene solución.
Esos libros míos
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