Dice que no quiere parecerse a Ayuso. Es que tampoco podría. De tener una mente despejada y un valor notable, como es el caso de la madrileña, tener el cerebro lleno de basura woke, como es el caso de la extremeña.
Le dicen que se le parece a Ayuso, para hacerle un favor, y ella no lo admite, porque, en su estupidez, piensa que supera a la otra. Si se hubiera detenido a pensar con detenimiento en los méritos de aquella con la que la comparan, se habría sentido halagada, puesto que ha tomado decisiones muy difíciles y con riesgo para en beneficio de los madrileños. El simple hecho de no estar bobo, boba en este caso, ya obliga a agradecer la comparación.
Hay un vídeo que dura menos de un minuto, en el que agrede verbalmente a los integrantes y votantes de Vox. Si tuviera que demostrar cada una de las afirmaciones que hace en ese discurso no le quedaría más opción digna que dimitir e irse a casa. Supongo que los dirigentes del PP, su partido, se lo pueden y se lo deben hacer. O sea, pedirle que explique en qué se basa, porque el pacto entre ambas formaciones se ha dado en otras Autonomías y previsiblemente se dará en el próximo gobierno de España.
Que en el cerebro de esta mujer no caben muchas cosas se evidencia en que parece asumir el modo de pensar de los podemitas. ¿Por qué no se da de baja del PP y pide el ingreso en Sumar, a ver si allí la acogen. En este partido, invento de la peor ministra de Trabajo de todos los tiempos, no es necesario saber nada, tan solo tener la cara muy dura, cuanto más mejor, y el seso de un mosquito. Ideal para ella.
Por su parte, Feijóo tampoco debería tardar mucho en señalarle la puerta de salida.
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