Hace muchos años que no sigo el fútbol, por la sencilla razón de que ha dejado de ser un deporte. Desde que hay tanto dinero en juego es imposible que lo sea.
No obstante, el fútbol copa titulares, inunda las redes sociales, etcétera. Una cosa es que no vea los partidos de fútbol y otra distinta que no sepa que hay un futbolista que se llama Messi.
Hace unos cuantos años, leí unas declaraciones de un futbolista que fue del Valencia CF, llamado Claramunt, en las que dijo: «hoy en día no disfrutan ni en los entrenamientos», que sirvieron para reafirmarme en mi decisión.
Sé que Albert Camus aprendió mucho gracias al fútbol, pero aquellos eran otros tiempos y quien tiene los ojos abiertos aprende con cualquier cosa. También yo leí unas declaraciones de un defensa, cuyo nombre se me ha olvidado, en las que a la pregunta de cuál era su secreto para que no lo pudieran regatear, respondió que no perder de vista el balón. Esta idea es válida para la vida ordinaria, ojalá la tuvieran en cuenta los votantes.
El caso es que me he enterado de que el Barcelona y otro club árabe lo querían fichar. A pesar de que seguramente ambos clubes le ofrecían mucho dinero ha desestimado sus ofertas y ha preferido irse a Miami, en donde quizá le paguen menos.
Ha estado mucho tiempo en Barcelona, por lo que sabe del asfixiante clima enfermizo que se respira en esa ciudad y en esa Comunidad Autónoma, y tampoco se le escapa el lío que tiene montado con los árbitros. Es posible que haya pensado que para volver a Barcelona había que echar mano del masoquismo y no le ha apetecido. Y lo mismo puede haber pensado con respecto al club, porque eso de que el Islam es una religión de paz es una leyenda urbana. Un bulo.
Ha preferido la libertad. No es necesario haber leído el Quijote para saber lo importante que es.
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