Toda la complacencia que tiene este catalanista redomado con los terroristas, se convierte en ensañamiento cuando se refiere a alguien de derechas. Es arbitrario y despótico, como todos los comunistas. Tiene a Mónica Oltra en el partido y se atreve a criticar a los de otros.
Se burla del máster de Casado, pero no dice nada del plagio de Sánchez.
Está a favor de los golpistas catalanes, que tanto daño han hecho, en todos los órdenes, a Cataluña y al resto de España. Es de los que imponen el dialecto catalán, totalmente ajeno a estos lares y que jamás les servirá para nada a los escolares valencianos.
Forma parte de un partido que no debería ser legal, puesto que declaradamente enemigo de España, nación a la que aspira a destruir, y no obstante ninguno de sus componentes, demostrando que sus vínculos con la moral y la ética son inexistentes, renuncia a ni un sólo céntimo del dinero de los impuestos de los españoles.
Si tuvieran un sólo atisbo de vergüenza renunciarían al dinero de los españoles, devolverían todo lo cobrado, cogerían la escopeta y se irían al monte a luchar por sus ‘ideales’. Pero no, se presentan a diputados por España, los que salen elegidos recogen el acta, juran o prometen lo que haga falta y a continuación traicionan el juramento o promesa, traicionan a quienes les pagan el sueldo y se permiten el lujo de criticar a otros.
Los que les votan o les aplauden son de su misma categoría moral.
Baldoví, que ataca con saña a Casado, que no es un terrorista ni ha plagiado una tesis doctoral, dice de Otegui que ha ido más allá. Que tenía que haberse parado en el paripé y no haber dicho nada de los 200 compañeros suyos en la cárcel. Es que mientras Baldoví quiere alargar el mandato de Sánchez, Otegui quiere aprovechar el tiempo antes de que los vientos de la historia se lleven por delante a su benefactor.
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