Fraga Iribarne intentaba abrumar con el caudal inagotable de sus conocimientos y Tierno Galván respondió de esta manera: «Las enciclopedias son los abrevaderos de las bestias».
El viejo profesor, según unos, o víbora con gafas, según otros, era el español más versado en el constitucionalismo, pero no pudo participar en la redacción de la Constitución, porque lo vetaron esos chicos de Sevilla, como los llamaba él, o sea, Felipe González y Alfonso Guerra. Pero si no pudo participar personalmente, sí lo hizo a través de sus libros, objeto de consulta obligada una y otra vez.
El caso pone de manifiesto el talante con que abordaron la redacción de la Constitución los personajes citados: Su idea no era la de procurar el mejor marco legal para los españoles, sino imponer su criterio.
Desmontemos otros mitos. Fraga Iribarne fue cómplice, al menos, de la voladura desde dentro de UCD, y se aprovechó de ella, puesto que Alianza Popular creció sobre sus escombros. Tierno Galván vendió su partido a los chicos de Sevilla, a cambio de la alcaldía de Madrid, dejando en la estacada a los cuadros que habían apostado por él.
Abundan, incluso entre quienes han sido generosamente dotados de inteligencia por la naturaleza, quienes no ven más cualidades en el ser humano que aquellas que creen que poseen. Así que son muchos los que no reconocen el valor en otros puesto que al no tenerlo ellos no saben lo que es, no lo pueden apreciar. Lo mismo ocurre con la abnegación, la capacidad de sacrificio, la lealtad o el arrojo. De tal modo que todos se creían superiores a Adolfo Suárez. Unos, porque venía de la dictadura. Su capacidad de análisis no les daba para darse cuenta de que gracias a él, y lo pagó muy caro, teníamos democracia. Otros, porque se creían intelectualmente muy por encima, pero tampoco fueron capaces de advertir que ellos no habrían podido hacer lo mismo. El tamaño de su gesta, que se engrandece al tener en cuenta la tropa con la que tuvo que lidiar, todavía no se conoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario