viernes, 27 de mayo de 2022

El fracaso de Calviño

 

Eso de ser un personaje secundario que sigue al jefe a todas partes, como si fuera un perrito, puede resultar descansado, pero, sobre todo, es peligroso, porque si quien manda es alguien que no tiene el control de sí, sino que es esclavo de sus pasiones, se le puede comparar a un borracho que conduce un coche.

En un principio se pudo pensar, y bastantes lo hicieron, que en gobierno de Sánchez había unas cuantas personas de valía, una de ellas Calviño. Fue un error pensar así, porque si hubiera sido cierto, no las habría nombrado.

Sí que es verdad que entre un numeroso grupo de ministros torpes, había unos pocos de inteligencia contrastada. Algunos la tenían demostrada, pero a Calviño se le atribuía. Hemos tenido que comprobar una vez más que la inteligencia no es todo. Ninguno ha demostrado tener honor. Todos han estado de acuerdo con las tropelías del gobierno del que forman parte. Una de ellas, el indulto a unos delincuentes que causaron grave perjuicio a nación.

El Tribunal Supremo ha decidido revisar esos indultos, y Calviño, torpemente -¿no nos habían dicho que es muy lista?-, ha demostrado sorpresa y ha protestado la acción judicial.

O sea, que según ella los jueces deben obedecer al gobierno. Se conoce que es su lógica: puesto que ella obedece solícita, quiere que lo hagan todos.

La mujer anteriormente obedecía a alguien en la Unión Europea. Lo digo así porque se conoce que esa es su especialidad, la que le ha dado prestigio. Quienes mandan de ella deben de estar muy satisfechos y transmitirán esa satisfacción a todo el mundo.

Pero viniendo de la UE debería saber que en democracia no puede haber nada por encima de la ley, ni siquiera el admirado por ella y detestado por el resto de los españoles, Pedro Sánchez.

Así que muy mal, Calviño, muy mal. Nunca podrás hacer lo que Ayuso, que esa sí que es una mujer alfa, con iniciativa y coraje.

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