El sujeto que preside el gobierno -y lo hace de tan mala manera que cuando pierda el poder le lloverán las querellas y encontrarán vía libre las que ya tiene puestas- está dispuesto a morir matando.
Es un depósito de rencor. Al día siguiente del golpe de los catalanistas, aprovechó la circunstancia para lanzarse a la yugular de un atemorizado Rajoy. Salvó la situación Felipe VI con un memorable discurso con el que lo obligó a volver a la senda constitucional. No se lo ha perdonado. Desde entonces está intentando dañar a la Corona de todos los modos posibles. El odio al PP lo lleva en la sangre, por lo que se ve. La referencia a los piolines tiene mucho de venganza por haberse visto obligado a dar marcha atrás en aquel momento.
También se venga de los españoles -también de los que le votan, porque perjudica a todos-, porque no lo veneran como lo que él se cree que es. En lugar de eso, lo abuchean por donde pasa y no le resulta fácil de digerir, sobre todo teniendo en cuenta que a Ayuso -otra a la que tiene entre ceja y ceja- la tratan de otro modo.
Los informes que le debe de pasar Tezanos sobre las próximas elecciones en Andalucía, lo tienen fuera de sí y lo llenan de temor de que el PP logre la mayoría absoluta, con lo que eso significaría para el PSOE. Porque los andaluces van a votar contra él y eso no tiene vuelta de hoja.
De modo que ha puesto en marcha la maquinaria para que VOX logre el doble de votos. Los socialistas, que tanta manga ancha tienen con los delincuentes catalanistas, con los terroristas, con los inmigrantes ilegales y con todo lo que hace daño a la nación, se han puesto finos con el empadronamiento de Olona, pero sabiendo que eso sólo servirá para alimentar las simpatías hacia ella.
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