Fraga Iribarne no necesitaba decir a qué hora se levantaba, porque todo el mundo sabía, y se le notaba, que era de eso que tienen tal capacidad de trabajo que agotan a sus colaboradores.
Hay personas que dicen cosas con las que se puede estar de acuerdo o no, pero se percibe claramente que lo que dicen es fruto del estudio, de la reflexión o de ambas cosas a la vez. Aunque muchas veces estén dichas con intención de engañar o de manipular, pero tienen una base, un argumento mediante el que pretenden conseguir lo que se proponen.
En cambio, la idea que se desprende de la observación de esta señora es que no ha dado un palo al agua en su vida. Y si nos centramos no en la imagen, sino en lo que dice, resulta que no tiene nunca ni pies ni cabeza, son propias de quienes tienen menos cerebro que un mosquito.
No es que haya dicho que se levanta a las cinco, sino que ‘se seguirá levantando a las cinco’, de la mañana, añade, no vaya alguien a pensar, viéndola, que de la tarde.
Esta señora, ministra de Trabajo, debería tener más respeto por los trabajadores que han de madrugar y no burlarse de ellos de esta manera.
Este gobierno hace cosas chulísimas, dice. O sea, hundir a la nación económica y moralmente. Está presidido por un sujeto depravado que cada día sube la apuesta en su intento de comprobar las tragaderas y los estómagos de sus votantes, con resultado satisfactorio para él y malo para España, puesto que sería mejor para todos que estas gentes tuvieran principios.
Lo que consigue demostrar ella es el montaje publicitario mediante el que unos periodistas con tan poco apego a la verdad como ella intentan convencer a quienes ser convencidos de que esa persona alberga algún tipo de sustancia en sus oquedades cerebrales. Pues me temo que no.
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