Las dádivas gubernamentales a los medios y los sindicatos se pueden considerar en caso como el chocolate del loro, pero es que tenemos una cantidad desorbitada de loros y, además, los sindicatos y los medios son imprescindibles en democracia y sobornados es como si no estuvieran.
El sistema de pensiones y la atención sanitaria que precise quien la precise son dos de los más preciados logros de la civilización, si no los más.
Hay sinvergüenzas que periódicamente recogen firmas por la calle para exigir que se ‘blinden’ por ley las pensiones, y otros sinvergüenzas gubernamentales que insisten en lo mismo.
Con los datos en la mano el actual sistema de pensiones es inviable, de modo que la cuestión que debería plantearse -en lugar de engañar a la gente para conseguir votos- es qué cosas conviene suprimir para que el poco dinero del que dispone el Estado llegue.
Si tomamos como base que hay que salvar las pensiones y la sanidad habrá que suprimir todo aquello que no es imprescindible para el funcionamiento del Estado. Y si se quieren salvar algunas de las cosas ‘chulísimas’ habrá que aceptar grandes recortes en las pensiones y la sanidad.
Supongamos, en un ejercicio de ingenuo optimismo, que la gente no vota de forma autodestructiva, sino que se decanta por una opción dispuesta a hacer lo que sea para salvar lo que más conviene a los ciudadanos. Y una vez en el gobierno se pone manos a la obra y consigue adelgazar al máximo la Administración.
Pues bien, en estas mismas circunstancias tampoco es seguro que el sistema de pensiones fuera viable.
Habría que confiar en que todo el dinero ahorrado por la Administración volcado en el Mercado sirviera para reactivar la economía y crear numerosos puestos de trabajo en el sector privado.
Y si sumado a esto, el sector público actuara con la máxima eficiencia, o sea, Educación de calidad para lograr un buen número de científicos, se podría empezar a ver la luz.
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