Se percibe que el cargo es tan importante para él que perderlo le resultará dramático. Cabe hablar de soga al cuello en sentido figurado, porque todo se precipita en su contra.
Por de pronto vienen las elecciones en Andalucía y el único modo de parar el desastre que se avecina sería que dejara de ser el presidente, porque los andaluces votarán contra él.
De la UE también le llegan malas noticias. Le han dicho que basta ya de derrochar, pero tiene unos ministros comunistas cuya función es precisamente el derroche y perjudicar a todas las instituciones que puedan, con el fin de arruinar a España. Como él también quiere lo mismo, será difícil que los frene. Optará por saquear a los contribuyentes.
Y luego está la otra medida que contribuirá directamente a su fracaso. El BCE dejará de comprar deuda.
Mientras tanto, trata de evitar que el triunfo holgado del PP y para ello refuerzan a Vox. Los socialistas ya sabían que la maniobra en contra de Olona no podía tener más consecuencias que mejorar sus resultados electorales.
A quien sí que ataca con toda su mala uva la izquierda cerril -la sensata está oculta o desaparecida-, es a Ayuso, porque les come el terreno. Sánchez no la puede ver porque recibe todos los aplausos que quisiera para sí. El resto de esta izquierda tan cerril soporta mal que le plante cara en su terreno. Pretende apropiarse del movimiento feminista -en realidad lo embrutece- y excluir del mismo a las mujeres de derechas, pero la presidenta madrileña, con su salero, no deja. Para feminista ella, y además de verdad, no de boquilla.
He escuchado a Cristina Almeida en el programa para rojos y maricones. Un vídeo breve, en el que le niega el pan y la sal a Ayuso. Una comunista hablando de feminismo y negándole méritos a quien tanto ha hecho, arriesgando, por los madrileños y los españoles.
El comunismo debería estar prohibido en todas sus formas y variantes.
Lo que quisiera Sánchez es prohibir al PP.
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