No les cae la cara de vergüenza a los sociales. Pero antes que nada quiero saludar a Pascual Sala, Eugenio Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa.
Los votantes socialistas deberían darse cuenta de algo que Sánchez, aterrorizado como está ante la posibilidad de pasar el resto de sus días en la cárcel, no puede ver. Y es que en el plano moral y ético ningún pacto con Bildu se sostiene. Cualquier cosa que se hace con el apoyo de ese partido es un acto dictatorial, ajeno a la razón y a la justicia, porque esos conceptos le importan un bledo a Bildu. «Quizá hicimos más daño del que teníamos derecho a hacer», dijo uno de ese partido que estuvo en la cárcel por terrorista y que tampoco se puede descartar que haya cometido más delitos de los que se le conocen. Un pacto con un partido radicalmente injusto no puede justificarse con la idea de que se quiere hacer justicia. No tiene más salida que cometer abusos.
Sánchez se tiene que haber enterado, por mucho que Tezanos se lo oculte y Marlasca lo proteja de que ya nadie se cree nada de lo que dice y que el personal quisiera regalarle huevos y tomates. De los resultados de las elecciones se va enterando, porque se lo nota en la cara de cabreo que se ha enterado y se sabe que al llegar a casa empieza a dar patadas a todo.
El hecho de que tenga tanta prisa y tanto interés en controlar a los jueces, a Indra, al INE, al CNI, es señal de que tiene mucho miedo. Él sabrá lo que ha hecho. También sabrá que en el momento en que salga de la Moncloa tendrá que hacer frente a un gran número de querellas, alguna de las cuales podría llevarlo a la cárcel. Se le percibe fuera de sí y algunos votantes socialistas empiezan a abandonarlo.
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