Quiso Sánchez tomar el pelo a los andaluces asustándoles con Vox, pero ellos están indignados porque Otegui viene diciendo que hay que sostener a este gobierno como sea. Están irritados con Rufián, ese botarate, y con los secesionistas que matan a la, para ellos, gallina de los huevos de oro, exprimiendo tanto al gobierno. Mónica Oltra, con la repugnancia que causa, puede haberle proporcionado al PP el plus que necesitaba para obtener la mayoría absoluta.
La patada se la han dado a Sánchez en el culo de Espadas. Y le viene otra, porque Puig podría haberse ido simulando dignidad. No habiéndolo hecho, por no atreverse a romper la cadena que le une a Oltra, caerá con deshonra.
La cuestión ahora es de supervivencia. O el PSOE o Sánchez. Veremos qué es lo que ocurre. Quizá Felipe González conserve algún tipo de ascendiente en el partido y logre recomponer la situación, aunque el empeño se presenta difícil.
A la necesidad imperiosa de Sánchez de conseguir y conservar el poder a toda costa para satisfacer su ego enfermo, hay que añadir la probabilidad de que una vez pierda el poder se presenten decenas de querellas contra él. Lo sabe y de ahí los intentos de tener controlados a los jueces. De exigir, apoyándose en mentiras y falsedades, la renovación del CGPJ.
Como consecuencia de esas querellas no es inverosímil pensar que acabe sus días en la cárcel. O sea, que se va a pasar los próximos días poniendo pegamento en su poltrona. El PSOE tiene la palabra, porque con él al frente, en el futuro cada derrota será más dolorosa que la anterior.
Queda otro problema para Sánchez: La UE le va a imponer unas condiciones que sus socios de gobierno no van a aceptar. A ver cómo consigue explicarles a los podemitas, a los secesionistas y a al resto de los socios, que en realidad son cómplices, que ya no hay dinero para tirar por la ventana.
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