Si no se hubiera abstenido en el caso de la amnistía y hubiera emitido su voto de acuerdo con lo manifestado anteriormente de forma oficial, a las instituciones de la Unión Europea les habría resultado muy difícil dar el visto bueno. Como, seguramente, a sus compañeros del TC no les habría gustado su coherencia, se ha apartado del caso. Con lo cual viene a ser lo mismo, porque pone de relieve los motivos por los que se aparta.
Si hubiera actuado como desean que haga, habría sido un papelón, como lo va a ser para todos los que voten a favor de la amnistía. Hay dos artículos sobre el asunto, de Manuel Aragón, que no se pueden pasar por alto. Además de los de otros especialistas especialmente fiables en sus argumentaciones.
Seguramente se presentará más de un recurso ante la UE. Esos recursos pueden ir acompañados por las recientes declaraciones de Óscar Puente, porque además de que pueden ser útiles para el fin por el que se envían, les puede alegrar un poco el día a los jueces que las vean, lo que no vendría nada mal para la causa.
También se las pueden añadir las manifestaciones de todos los componentes del gobierno, con el presidente a la cabeza, antes de que ‘cambiaran de opinión’. Esto igualmente sería motivo de regocijo para los tribunales de la Unión.
Y toda la información, con los vídeos, de las muchas y multitudinarias manifestaciones que se vienen haciendo en toda España contra la amnistía.
No hay más que enterarse de lo dicho por Manuel Aragón para comprender que la Unión Europea no va a tener más remedio que tomar cartas en el asunto en favor de los españoles.
La amnistía solo favorece fundamentalmente a un español. A todos los demás, incluidos los miembros ‘progresistas’ del TC, nos conviene que no salga adelante.
A Puigdemont hay que considerarlo ya como belga. Habría que regalárselo a los belgas. Que le otorguen la nacionalidad y lo mantengan ellos.
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