Ali Jamenei se refirió hace poco a la debilidad de Israel y su dependencia de Estados Unidos.
Algo de verdad hay, puesto que Hamás presume de tener 500 km de túneles, lo cual, aunque solo fueran 50 evidencia que el pérfido iraní no está muy equivocado, ya que esos túneles dificultan, si no imposibilitan, cualquier acción terrestre de Israel en Gaza.
Hamás es una organización terrorista cuya única finalidad es matar judíos mientras quede uno. Y quiere hacer desaparecer a Israel del mapa.
No se debería haber consentido que se hiciera ni un solo metro de túnel. Y por supuesto que no debería haber dejado desguarnecido ningún punto de la frontera.
Hay que dar por sentado que esos terroristas van a aprovechar cualquier oportunidad que se les presente para matar israelíes. Y luego cuentan con una red mundial de propagandistas, entre los que está Amnistía Internacional, para criminalizar a Israel y dañar su prestigio. Además cuenta con tontos útiles, o quizá no tan tontos, como Guterres y Sánchez, en el intento de echar la culpa de lo sucedido a Israel.
La superioridad militar no debería ser motivo para dormirse en los laureles, porque el enemigo no tiene límites ni barreras morales, y tampoco a las madres palestinas les importa mandar a sus hijos a la muerte, en el intento destructivo.
Si la ONU quisiera servir para algo tendría que comprender que Israel está rodeado de enemigos mortales, lo cual tiene que desencadenar periódicamente episodios como el actual, con tantas muertes inútiles. Pero es que Israel no tiene otra manera de defenderse.
Antes de criticar lo que hace el ejército israelí habrá que hacer lo posible para que no pueda ser atacado. Mientras tanto, si Guterres, en función de su cargo en la ONU, no lo ha intentado, sus declaraciones son infames y debería ser destituido. Sánchez es un pelele, un esclavo de sus socios, moralmente criminales. En lugar de defender el prestigio de España destituyendo a los podemitas, les sigue el juego.
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