Paco Vázquez, Redondo Terreros, Leguina…, han dejado el PSOE. Fernando Savater, Ignacio Varela, César Antonio Molina…, han dejado de votarlo. Felipe González, Alfonso Guerra, Cosculluela…, lo han criticado duramente.
Toda la izquierda se ha puesto en su contra, porque lo que queda, aunque se diga izquierda no lo es; es totalitarismo, sectarismo, fanatismo, dogmatismo…
Ha dicho alguien que el insulto ‘hijo de puta’ es machista, pero no es cierto. Lo fue indudablemente en sus albores, pero después de haber sido usado millones y millones de veces se ha convertido en un concepto que no tiene nada que ver con los hijos, con las madres, ni con las putas. Se puede usar de forma elogiosa, como le explicaba Don Quijote a Sancho Panza, y como sabe casi todo el mundo, porque es la intención con la que se dice algo lo que cuenta.
En su acepción más cruda, se refiere a gente de la peor calaña, gente sin principios, sin vergüenza y sin freno. Es lo que le ha pasado al Felón. Se ha deslizado por la pendiente y está a un paso de decir que Otegui es un hombre de paz. Al Felón no le importa lo que haya Otegui, tan solo que lo apoye.
Ayuso no lo pudo haber dicho, para sus adentros, en tono admirativo. Hay que ser tonto para admirar al Felón, que ha puesto todo su empeño en desprenderse de las cualidades que quizá pudo tener en un tiempo ya lejano. Ella no tiene pinta de ser tonta, nada de eso. Él la estaba difamando, haciendo alarde de bajeza, de indignidad, de abyección…, y ella reaccionó como lo hubiera hecho cualquier persona sana.
Los totalitarios le leyeron los labios y en lugar de criticar a quien había merecido que se le dijera, optaron por ensañarse con ella, que es más lista que todos y ha aprovechado la ocasión para ofrecer un eslogan. Ya lo pintan con un plátano por nariz.
Esos libros míos
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