Él, que está acostumbrado a soltar esas risotadas con las que se ríe de los españoles y certifica su mala educación, se enfada si le llaman dictador. Si no lo fuera, se reiría también.
El hecho de que no se respete el imperio de la ley perjudica a todos los españoles, también a quienes lo votan, porque convierte a la democracia en una dictadura.
Muchos forofos de izquierdas se han lanzado a criticar al magistrado Antonio Salas por afirmar que el Rey sí que puede parar el golpe. Creo que se equivoca, y además se apoya en un columnista para decirlo.
Esos mismos fanáticos de izquierdas aplaudieron entusiasmados las burradas más gordas de Fernando Ledesma y Pascual Sala, que también reafirmaron su condición de forofos.
Con más fundamento se expresó tiempo atrás Enrique Gimbernat negando esa posibilidad, pero añadió luego que la amnistía no cabe en la Constitución y tras declararse amigo de Pumpido, dijo que esperaba que no la autorizase. Su convencimiento, no obstante, no debía de ser mucho, porque tras esto, que cabe una serie de recursos que tardarían mucho en verse, por lo que el prófugo no tiene tan clara su vuelta a España.
Tampoco Manuel Aragón, que ha dejado bien claro, mediante argumentaciones irrebatibles, que la amnistía no cabe en la Constitución, pero no ha dicho nada de que el Rey pueda parar el golpe de Estado, sino que la Unión Europea no tendrá más remedio que intervenir. También le lanza una suerte de pulla, o desafío a Pumpido: a ver si se atreve a perpetrar la barrabasada, porque si lo hace su prestigio como jurista quedará definitivamente arruinado.
Es de esperar que el PP utilice todos los recursos de que dispone, y lo haga con tino, para defender la democracia.
Y, por supuesto, que somos los ciudadanos los culpables de que con nuestros votos hayamos puesto en peligro la democracia, y somos los ciudadanos quienes la hemos de defender mediante las actividades que permite la ley.
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