Estaba el Felón dando cuenta de su felonía, con el apoyo de todo el ganado lanar, difamando, ofendiendo, injuriando, bravuconeando con los demócratas, humillando a España con los delincuentes, con los matones, con los chantajistas; así estaba el Felón, burlándose a carcajada limpia, con toda su mala educación, convirtiendo el Congreso de los Diputados en un lugar indecente e insano. Mintiendo descaradamente para difamar. Mintiendo sobre un episodio que ya quedó todo claro. Un episodio en el que ella mostró su bravura, su gallardía y su valor. Salió triunfante y los que prepararon la trampa quedaron en evidente. Cómo se nota que le dolió que le saliera mal la jugada. Y entonces ella, mientras salió el veneno de la boca del otro, dijo «me gusta la fruta». Es una frase genial. Una frase para las manifestaciones que vienen, hasta que no tenga más remedio que dimitir.
Es muy obtuso. ¿Cómo va a poder gobernar si la mayoría de los españoles no lo quiere? Se los ha puesto en contra él, burlándose de todos, vendiendo España, soltando delincuentes y golpistas, pactando con terroristas.
Es tan inútil e incompetente que por su culpa murieron cien personas por el virus chino, si no son más. En enero de 2020 los eurodiputados socialistas preguntaron a la UEE por las medidas que se pensaban tomar contra el virus chino. Y hasta dos meses después no las tomó él en España.
Es tan ingrato, aparte de cegato, que no se ha querido enterar de que si Ayuso no hubiera tomado riesgos para defender los negocios y la salud de los madrileños, manteniendo activa la economía de su Comunidad Autónoma, España habría caído en la quiebra y él habría tenido que dimitir.
Madrid mantuvo en pie la economía española y ahora tira de ella. Y él no se ha enterado, porque si no se lo explican no se da cuenta. Pero si se hubiera enterado, ejercería de ingrato.
Así que mientras él convierte la Cámara en un estercolero, adecuándolo para que los gorrinos se sientan a sus anchas, ella dice: me gusta la fruta.
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