Si para ser diputado hubiera que hacer un examen sobre el concepto llamado democracia, pocos de los actuales lo superarían. Ninguno del PSOE, por desgracia, ya que es el partido que está en el gobierno.
Pero es que ni siquiera entre los juristas puede darse por supuesto que lo saben. Pascual Sala, por ejemplo, formó parte de una asociación llamada Justicia Democrática, nombre redundante, porque la Justicia que no es democrática no es Justicia. Claro que en ese tiempo no había democracia en España, pero se podría haber optado por otro nombre, Justicia Real, Justicia Verdadera, o algo así. Luego, formó parte de Jueces para la Democracia, que es una asociación que no ama la justicia ni la democracia, porque nunca ha estado a favor de la independencia judicial, requisito indispensable para que haya democracia y haya justicia. Después presidió el TC que legalizó Bildu, medida que tanto daño ha hecho y hace. Y en fechas recientes ha hecho unas declaraciones sobre la amnistía que ponen los pelos de punta, habida cuenta de que llegó a presidir el TC.
Jordi Sevilla es otro ‘demócrata’ que no tiene ni idea. Ha pedido a Sánchez un referéndum sobre la amnistía.
Luego hay una larga serie de personajes del PSOE, exministros la mayoría, que están al nivel del betún, lo que hace pensar -ver estaría mejor dicho- que este partido es una banda formada para saquear el erario.
Al final, resulta que solo Felipe González y Alfonso Guerra, los fundadores de la cosa, hablan con sentido. Se han dado cuenta de que la única manera de que sobreviva el PSOE es que permanezca intacta la ficción de que es un partido serio. Pero ocurre que no los toman en serio en el partido. No les hacen caso.
Faltaba esa calamidad, que es la ministra portavoz. El modo en que fue vestida a la jura de Leonor pone de manifiesto que es una calamidad. Y cada vez que habla demuestra que no sabe lo que dice.
Así estamos en España.
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