Pedro Sánchez se desentendió de José Ramón Gómez Besteiro durante la campaña, para que no se le culpara del previsible descalabro, que ha sido mayor del esperado.
La realidad, sin embargo, es que no se puede culpar a nadie más que a él. Los votantes del PSdG no lo quieren. Si Gómez Besteiro ha decido seguir en el cargo es porque sabe que la espectacular derrota que ha sufrido no se debe a su gestión, sino al rechazo que suscita Sánchez.
Por supuesto que nadie espera que Sánchez dé la cara. Los cobardes no la dan nunca. Dejará solo al candidato gallego, como ha hecho durante la campaña, y si se descuida, en cuanto pase un poco de tiempo, le adjudicará oficialmente la responsabilidad de la derrota.
Esperemos que el extraordinario resultado del BNG sea pasajero, y se deba fundamentalmente al fracaso del PSdG, y que las aguas puedan volver a su cauce en cuando desaparezca de la escena el líder político más maleducado, cobarde y marrullero del mundo.
Ayuso, en cambio, sí que se lanzó a apoyar a Alfonso Rueda, de forma limpia y sin engaños.
El comunismo debe ser prohibido. Los comunistas siempre están de parte de los criminales, o sea, de Hamás, Putin, Maduro… Ya fue condenado por la UE y no es de recibo que España, uno de los países miembros, los tenga su gobierno y en algunos regionales.
La victoria del PP produce, sobre todo, alivio, en vista de los rivales que tenía. Habría sido catastrófico que no la consiguiera, porque de haber podido quitarle el gobierno Sánchez habría utilizado el caso para profundizar en los desafueros que disfruta cometiendo.
Ahora ya saben él y sus socios y aliados que su situación es precaria, que los españoles mayoritariamente no lo aguantan y tampoco están de acuerdo con sus propósitos. Y sin el apoyo popular difícilmente podrá llevarlos a cabo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario