Está de los nervios e intenta salvar los muebles a la desesperada, porque Sánchez, el Felón, que si pudiera le daría todo con tal de seguir en la Moncloa.
Haré un inciso: hace unos cuantos años fui rehén de un atracador. Lo tengo contado en ‘La del alba’. Lo normal, tal y como sucedió todo es que yo hubiera muerto atravesado por una faca. Y la tesis que elaboré sobre el caso es que la intención del atracador era sentirse importante, tener a todos bajo control. Se conoce que en el resto del tiempo era un pobre diablo. Cuando el atraco, estaba de permiso de la cárcel, en donde cumplía condena de 25 años.
Sánchez también necesita sentirse importante y sabe que cuando deje la Moncloa ya no será nadie. El recurso que le queda es tratar de convencer a Puigdemont, bien mediante engaños, o bien mediante súplicas.
Mediante engaños no puede ser, porque nadie se fía de él, y Puigdemont menos que nadie, y todos le cobran por adelantado. Tendrá que suplicarle e intentar convencerlo recurriendo al temor a los fachas, y sobre todo el odio.
Lo que más miedo le dará a Puigdemont, no obstante, es que si no hace presidente a Sánchez pueden acabar los dos en la misma celda, y eso le debe de producir pánico. Veremos por qué opción se decanta al final. Porque, por otro lado, si el otro le promete que si va a la cárcel lo indultará luego, no se lo va a creer. Y el simple hecho de que le prometa eso lo va a enfurecer.
El caso es que tanto Puigdemont como Sánchez, se las prometían muy felices, puesto que lo tenían todo preparado para tomar el pelo a los demócratas y el castillo de naipes se les ha derrumbado. La cárcel empieza a ser una opción probable para uno y posible para el otro.
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