Omitiré el nombre del enviado del PSOE con la misión de convencer a Ábalos de que se sacrifique y asuma él solo toda la culpa, de modo que el Amado Líder, el Felón, el presidente más inepto que jamás España soñó tener, el que es capaz de vender lo que sea con el fin de seguir en el cargo y poder seguir envileciendo y empobreciendo a los españoles, el presidente más maleducado y faltón del mundo, el que lo que único que sabe hacer bien es mentir y difamar, no se vea salpicado por esa cosa que algunos jueces, desobedientes, insisten en investigar, y pueda seguir en el cargo limpio de polvo y paja.
Ábalos, que no está dispuesto a sacrificarse, se levanta, va a la cocina y vuelve con un melón. Obsérvese que melón rima con felón. Y también que melón es una fruta. El emisario, ofendido, se queja e insiste. Ábalos abre el melón, corta una tajada y se la ofrece. El otro se pone de los nervios al vislumbrar que su misión será un fracaso y que eso no le va a gustar a su jefe. Se niega a comer la tajada e insiste. Se la come Ábalos y corta otra, que también le ofrece. Tajada a tajada, se come el melón entero. El otro, indignado, dice que se va. Ábalos le dice: espera. Acompáñame. Lo sigue hasta la cocina, que es adonde lo quería llevar. Abre la puerta y aparece ante la vista una montaña de uvas, peras, manzanas, melocotones, cerezas, nísperos, sandías, higos, brevas, higos chumbos, naranjas, pomelos, mandarinas, albaricoques, piñas, membrillos, grosellas, moras, plátanos…
¡Ayuso!, exclama al borde del paroxismo. Entonces es cuando Ábalos le informa de que se va a asociar con un naranjero importante para pedirle permiso a Ayuso para utilizar su nombre y su imagen con el fin de comercializar sus naranjas bajo la marca ‘Naranjas Ayuso’, y que se piensa forrar.
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