Cada día que pasa el prófugo ve la cárcel más cerca. Pero aparte del miedo que le tiene a eso, cobarde que es, le irrita la idea de que al mismo tiempo Junqueras vaya suelto por la calle.
Para evitar semejante afrenta exige a Sánchez que doblegue a los magistrados del TC, pero estos ya le han contestado que no están dispuestos a enfrentarse a los jueces de la UE, motivo por el cual el presidente también se ve en la cárcel, salvo que logre una colocación que le garantice la impunidad. El nombre técnico es inmunidad, pero para el caso…
Ha ido a Rabat. A entregarle algo que no es suyo a Mohamed. A saber qué lío se llevan entre manos esos dos, Mohamed y Pedro. No debería menospreciar tanto a los saharauis. Son pobres, pero no tontos. Seguro que ellos están investigando también lo que pasa en Barbate, y por qué el gobierno español tuvo que enviar a la muerte a dos guardiaciviles, a los que una vez muertos trató de humillar.
Pero Sánchez no solo tiene miedo a la justicia, la española y la europea, sino que ve que el partido socialista, al que ha venido teniendo sujeto, con puño de hierro, se le empieza a descontrolar.
Esos socialistas cuyo bienestar depende de la pujanza del partido empiezan a darse cuenta de que si se descuidan desaparecerá. El PSOE está perdiendo votos a raudales, y en muchas regiones ya no son ni la segunda fuerza.
Si perciben que su pesebre está en peligro se convertirán en peligrosos. Ya no es solo Page quien juega a discrepar y volver al redil, y de nuevo discrepar. Ya hay otros socialistas que no digieren bien la posibilidad de perder su acomodado modo de vida, con lo que no les quedaría luego más remedio que trabajar. Y eso no les gusta.
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