Si un asno mata de una coz a alguien, un anciano, un niño, un levantador de piedras…, es ocioso explicarle al animal que ha causado un daño irreparable, porque el pollino seguirá a lo suyo sin inmutarse.
Lo mismo ocurre con este elemento en el caso de ETA. Arzalluz sabía que pasaría a la historia como malvado, porque lo dijo, sin duda con la intención de que el personal no lo tuviera además por tonto. Pues este Ochandiano pasará a la historia como estúpido, y no lo sabe.
ETA ya no existe, insisten en decir los malvados. Bien, pero el daño que ha causado tardará varias generaciones en desaparecer, si es que lo hace. Y quedan casi cuatrocientos atentados por resolver, y tampoco los malvados quieren que se investiguen.
Aparte de esto, es patente que ETA ha envilecido a la sociedad, especialmente a la vasca, y de eso tampoco se da cuenta el zascandil del que venimos hablando. Ni se puede dar, porque él mismo está envilecido. Todo lo que dice es torpe y vil.
Quiere que suelten a los asesinos encarcelados, a los que califica de un modo idiota. Pues no deberían salir nunca. Hay que tener en cuenta que con la cadena perpetua a la banda le habría costado mucho reclutar asesinos, porque un horizonte de cárcel de por vida no resulta muy atractivo. Con este castigo, los que recibieran tal condena dejarían de ser útiles a la banda, que los consideraría, además, como peligrosos, puesto que podrían caer en la tentación de contar lo que supieran con el fin de mejorar su situación en la cárcel.
La cadena perpetua habría ahorrado muchas vidas, muchas humillaciones a los españoles, mucha vergüenza y mucho éxodo. Los vascos que lo han hecho no habrían tenido que abandonar su tierra.
La banda terrorista ha condicionado, para mal, toda la política española desde que fue fundada. Y sin ella ahora no habría un mequetrefe aspirando a convertirse en el presidente de los vascos y de las vascas.
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