lunes, 16 de agosto de 2021

Catalufismo en Madrid

 

Les he mandado el enlace de la web de un jardín de Valencia a unas amistades de Madrid y al hacer clic les ha salido en catalufo, ya saben ese engendro de Pompeyo Fabra más político que lingüístico, preguntándoles si querían traducción al español. Pues claro, ¿quién puede entender esa jerga? Yo no tengo ni idea.

A mí me sale en español. Se conoce que el Gran Hermano que nos vigila ya conoce mis limitaciones. Ya sabe que yo de catalufo nada.

Pero indigna que se gaste tanto dinero de los españoles en promover semejante engendro. Es que hasta en portales, o como se diga, de la América Hispana, que los franchutes hicieron llamar latina, aparece el catalufo como si fuera una lengua antigua, como si fuera lo que hablaban San José y la Virgen, cuando lo cierto es que hasta mediados del siglo XIX no generó literatura digna de ser tomada en cuenta, y de ahí la rapiña, esa necesidad de apropiarse de lo que no es suyo, de otras literaturas, parecidas, como todas las que vienen del latín, pero distintas. Y anteriores.

Si a la gente de Madrid le sale en catalufo es porque alguien paga para que suceda así. Y a mí me parecería bien si no fuera porque lo hacen no lo hacen con su dinero. Además, estoy seguro de que ninguno de los cabecillas catalanistas pondría un céntimo de su bolsillo para esto. Los tontos que les votan sí.

Hacen esta publicidad, que además está destinada a fracasar, porque de donde no hay no se puede sacar, con dinero público, que, como reconoció aquella de Cabra, quienes lo manejan no respetan a quienes lo han pagado, a veces a costa de sangre.

Aquí, en Valencia, sufrimos a uno que lleva la márfega debajo del peluquín y, como buen catalanista, odia al dígrafo ch. Y sufrimos también a otro que odia tanto a Valencia que le ha puesto un palito en el nombre y ha lanzado a los de las bicicletas y los patinetes a incordiar al personal pacífico.

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