viernes, 6 de agosto de 2021

De la negritud a los niños

 

La humanidad se ha equivocado en muchas cosas y de algunas se va dando cuenta y las rectifica. Pensaba que el sol giraba alrededor de la Tierra, que ésta era plana, que la mujer era menos inteligente que el hombre, y ellas lo aceptaban. En este último caso, el feminismo original fue un movimiento santo, porque vino a acelerar un proceso que de otro modo podría haberse eternizado. Basta con fijarse en quienes se han apoderado de este movimiento para comprender que ha dejado de ser santo. Ahora hay alguna bestia usurpando el mando.

El asunto de la negritud es otro de los errores de la humanidad. El libro que más me ha gustado de Chester Himes, y me han gustado todos los suyos que he leído, es ‘La Tercera Generación’. Pero este escritor se trasladó a vivir en Moraira, en donde falleció, y allí no tuvo ningún problema por ser negro. Un campeón del mundo de boxeo explicó perfectamente el caso: Yo antes también era negro. Con el dinero desaparecen los problemas raciales. Pero ya recordé, en este mismo sitio, que muchos negros e individuos de otras razas fueron españoles antiguamente. Ya no lo son porque los territorios de los que eran originarios han dejado de ser provincias de España.

Una negra podría haber sido Fallera Mayor de Valencia, sin encontrar impedimentos por el color de su piel, durante todo el tiempo. Hasta la llegada de los catalanistas, que en ellos sí que es palpable el racismo.

Queda el asunto de los niños. Los seres más indefensos, el futuro de la humanidad. Lo ideal sería que se les ayudara a crecer en libertad. O sea, que se respetara su libertad interior. Que se les apoyara en sus necesidades y se les enseñara a utilizar la facultad de pensar y se les permitiera decidir sobre todo aquello que tiene que ver sobre su destino. Sin embargo, se abusa de ellos adoctrinándolos cada vez de modo más elaborado.


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