Tendrían que hacerlo quienes la empujaron a delinquir y la apoyaron en su acción. En este asunto Rajoy demostró que es bobo y que se deja acollonar por las presiones de la calle. También se dio el caso en Valencia, en donde los prebostes del PP, con mayorías absolutas se dejaron comer el terreno por los catalanistas y los podemitas cuando aparecieron éstos.
Los tribunales de justicia españoles e italianos han tenido que esmerarse sobre el caso, no han podido tratarlo a la ligera por la repercusión mediática. Lo digo por si algunos alegan que la justicia tal, la justicia. Han sido varios los tribunales de España y de Italia. El caso está claro, Juana Rivas ha delinquido y ha causado un daño inmenso a sus hijos y al padre de sus hijos. También se lo ha causado a sí misma por su poca cabeza.
Quienes la aconsejaron mal, lejos de darse cuenta del daño que han causado, de pensar en los niños, de pensar en un hombre al que, de modo injusto, han acusado e insultado gravemente, siguen en las mismas. Porque para ellos, o ellas, para hablar con más propiedad, el ser humano, sea hombre o mujer, es un medio, y nada más que un medio, para la consecución de sus fines.
Todo ser humano que se precie y que viva en democracia sabe que si no se respeta la justicia no hay civilización. No se da el caso entre los ministros de este gobierno, lo cual es muy significativo. Los fallos del Tribunal de las Aguas de Valencia se vienen respetando escrupulosamente desde el año 960. Eso es la civilización. Pero parece ser que en el siglo XXI se ha acabado.
Es obvio que el sistema de justicia español tiene fallos graves, entre el de la falta de igualdad entre hombres y mujeres, que necesitan ser corregidos urgentemente. Pero mientras tanto y después hay que respetar los fallos.
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