viernes, 20 de agosto de 2021

Superman contra Plácido Domingo

 

Me he emocionado oyendo a Marta Sánchez cantar el himno de España, y he agradecido que Plácido Domingo, quizá el mejor tenor de todos los tiempos, tuviera la gentileza de acompañarla. Son personas entrañables a las que da gusto escuchar y saber de ellas.

Un caso distinto es el de Superman (a ver, Superman, ¿qué va usted a combatir a Vox?). Es un personaje vil y despreciable que forma parte de un partido que alberga terroristas en sus filas y él mismo se abraza sonriente a Otegui, otro inmundo terrorista, y se fotografía con él en plan amigo de correrías.

Este Superman es un pájaro de cuentas que ha jurado, o prometido, respetar la Constitución y fidelidad al Rey. En virtud de estos juramentos o promesas cobra todos los meses del erario. Sin embargo, pasa sus días atacando a quien más seguridad da a los españoles con respecto al porvenir, porque es muy buena señal que siga en su sitio, y quien mejor defiende la honra de todos, de un modo que cabe catalogar como sabio, a la vista de la infame condición de las gentes del gobierno y sus aliados. Y hasta podría decirse que de algunos de la oposición. Lo del Rey es señorío y sabiduría, cualidades que está muy lejos de alcanzar el Superman ese. Se le escapa la calidad humana del Rey.

Como también se le escapa la de Plácido Domingo y su lucha por recuperar a sus hijos arrostrando toda serie de riesgos, porque aunque el Superman se crea que es el más infame de todos, eso no es cierto. Hay muchos como él. Muchos. Ya habló Hannah Arendt, de la banalidad del mal. Y parte de mis impuestos se utiliza para pagarle a este tipo banal.

Habría que poner filtros a la gente que quiere acceder a la política. Un examen de cultura general, otro de conocimiento de la Constitución y una redacción sobre el concepto de la democracia.

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