Hay que decir enseguida que el jamón está muy bueno. Y las morcillas, y las longanizas y los chorizos y, en general, todo lo que procede del cerdo. Y ahora hay unos cerdos que pretenden impedir que se sirvan productos del cerdo en los menús escolares y hay otros cerdos que acceden a esa pretensión y privan a los niños de manjares que son de su gusto y alimentan.
Damas y caballeros, en España se come cerdo, pero no se obliga a nadie a que lo haga. Quien no quiera que no coma y que se apañe con su conciencia y su estómago, pero que deje vivir a los demás. Si esto último no le parece buena idea, debería tener dos opciones: irse a su país o a la mierda.
Veamos que es el Islam, palabra esta que significa ‘sumisión’. No es su misión, sino sumisión, todo junto. Exige que la gente se someta. Y quien no lo haga obtiene gratuitamente la categoría de infiel, con las ‘ventajas’ que eso proporciona.
O sea, que los españoles llevábamos mucho tiempo deseando la democracia, puesto que la disfrutaban países de nuestro entorno geográfico y les iba bien, puesto que podían permitirse lujos que los absolutismos y las dictaduras españolas no permitían, y ahora resulta que quienes se creían demócratas por la gracia de Marx, no lo son, puesto que se alían con los defensores de la homofobia, de la misoginia, de la pederastia.
Los burros, que también andan sueltos, pretenden comparar el cristianismo con el Islam, pero no puede ser, Son totalmente diferentes. El cristianismo se ha utilizado para manipular y dominar a las masas. El Islam se ha inventado exclusivamente para manipular y utilizar a las masas. No tiene nada que ver una cosa con la otra.
En el cristianismo existen el bien y el mal. En el Islam sólo la voluntad de Alá.
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