lunes, 9 de agosto de 2021

Pilar Llop, esa broma

 

Ser elegido por un felón para cualquier cosa es un indicio claro de que quien lo haya sido no tiene la ética entre sus prioridades. Y no sólo la ética. En el caso concreto de Pilar Llop concurren estas declaraciones que se le atribuyen: «una democracia en la que la mitad de la población vierte violencia sobre la otra mitad no es democracia». Es una barbaridad tan grande que la descalifica como diputada y como jueza. ¿En qué estadísticas se apoya ella para decir esto? ¿Eso opina de su padre, de sus abuelos, de su marido o maridos, de sus hijos si los tiene?

Por otra parte, su idea de la democracia, partiendo de la base de su condición de jueza, resulta desternillante. Está más o menos a la altura del rufián. El respeto de esta señora a las minorías, a la razón y a la ley es mínimo. Ser demócrata significa ser, como mínimo, educado, tolerante y respetuoso con la ley. Si ya se empieza atribuyendo intenciones delictivas a personas inocentes, es que las suyas son dictatoriales.

En otro orden de cosas, se entiende que haya sido elegida por un felón, otro sujeto cuyo concepto de la democracia no va más allá de cambiar unos huesos de sitio. Se comporta como si fuera un reyezuelo de tribu africana, megalómano y omnipoderoso en su ámbito. Tiene bajo control a su partido, porque para la mayoría de los socialistas quien tiene poder sobre su nómina es dios, y a partir de esta base democracia es lo que él diga. Aunque no se parezca ni por el forro a la democracia.

Pilar Llop, visto lo visto no podía esperarse otra cosa de ella, reconoce tácitamente que está presionando a los jueces: «Creo bastante improbable que el Supremo pueda anular los indultos».

Este gobierno es un circo. Con payasos y todo. Pero de los malos, de los que no tienen gracia.


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